viernes, marzo 25, 2011

1/14




Hace calor. Un 14 de Febrero Marco caminaba por los arenales de Villa el Salvador con ramo de flores en mano, era la 1 de la tarde exactamente, el sol arreciaba más fuerte que nunca, las arenas quemaban y sus pies aquejaban dolorosas ampollas de forma que cada paso que daba era un suplicio. Pero en ese momento no existía dolor alguno que lo pueda detener, era 14 y no habría otro igual hasta dentro de un año mas, tenía que decírselo ese día, tenía que hablarle que ella era el amor de su vida, que sin ella no era nada. Él, un ayudante de vendedor de pescados del mercado, la amaba. Con sus 26 años encima y con el fondo tierra y gris de la arena y el mar caminó Marco durante casi una hora, llegó a la casa, llegó a la puerta, tocó, tocó, tocó y tocó una vez mas, esperó unos minutos y su corazón estaba a mil por hora, ya estallaba, ya chillaba. Pasaron cinco minutos y volvió a tocar una vez mas, mientras tanto la sonrisa se le comenzaba a borrar, los nervios hacían temblar sus piernas, el sudor inagotable que le salía de la frente y las manos, todo eso combinado con el abrazador sol convergía en Marco un despojo humano. Y es entonces que fue mejor que ella nunca abriera, fue mejor que justo en ese momento haya ido a comprar, que se haya encontrado con otro, que Marco no haya visto nada, y que simplemente, con la sonrisa totalmente perdida, se dejara quemar por el sol.
Marco caminó de regreso por las arenas de Villa, ya era hora de almuerzo y su ramo de flores se incineraba. Llegó a casa exhausto, con los pies quemados y con arena en la boca, moría de hambre, se preparó una sopa de pescado y se dio cuenta que eran casi las 3 de la tarde, el día ya había acabado para él. Ese 14 había sido nefasto como tantos otros, como siempre, o es decir, como una noche en que soñó que ella existía, que llegaba a su puerta, que tocaba y que le abría. Soñó que después de cruzar miradas, ella se sintió enamorada, que se abalanzó hacia él y entre ambos tornaron un dulce beso. El primer beso de Marco, lo soñó y fuera de toda verdad si es que esa puerta existiese y si es que tan sólo se hubiera levantado y decidido caminar para decirle que amaba a esa persona que él no conocía, pero que esperaba conocer después de caminar por la arena.
Era 15 de febrero y Marco sólo cortaba más y más cabezas de pescado, eran recién las 4 de la mañana, pero tenía que dejar todo listo para la gente que comenzaba a llegar al mercado. En uno de esos pescado, rompió su cabeza, la estrelló al suelo, reventó sus ojos y finalmente con un machete cortó todo rastro de existencia… rodaron hilos de sangre que se combinaban con el agua sucia y salada del mercado.

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