martes, mayo 17, 2011

X

Leo las hojas de tu mano, el futuro es indecente según me cuenta esta, yo creo que el pasado fue tímido, el presente no existe y el futuro será mejor que el presente…

IX

El dolor me hacía gritar, a lo lejos un gato maullaba y se confundían mi grito con su maúllo, él lloraba por hambre, yo lloraba por que no tenía ni un gato de consuelo.

VIII

De noche salen las forajidas –como tú las sueles llamar- y caminan frente a nosotros, salen a cazar o ser cazadas, a comer y lubricarse, no son rucas, pero en el fondo talvez quieran serlo, y lo mejor es que les aterraría cobrar.

Plenitud

“Una vida diferente cada día”, palabras con que soñaba José todos los días. Se levantaba a las 5 de la mañana, salía a comprar el pan, regresaba, se bañaba, tomaba su desayuno, ya para eso eran las 6:30 de la mañana; salía de su casa y caminaba la misma recta hacia su colegio, era tanto la exactitud de sus acciones que todos los viejos que también madrugaban lo miraban pasar exactamente a la misma hora todos los días de lunes a viernes. Caso de ejemplo es el viejo Núñez, viejo que parecía que vivió toda su vida anciano, gruñón como nadie, pero que siempre se burlaba de José: “ahí va el raro ese -decía siempre- ese muchacho está mal, siempre la misma rutina, a la misma hora, si hasta dicen que ñoco es, jaja”. El viejo Núñez no creía en nadie, y sus bromas se hacían cada vez mas duras contra el pobre José, pero había un problema, nadie escuchaba esas bromas, el viejo Núñez vivía mas solo que una nuez, decían que tuvo familia, que su esposa era hermosa y que su hija también, “pero ahora es un ermitaño”, decía la vieja Flora que vive en la esquina, ella dice que el viejo Núñez vive de su pensión de jubilado, pero respecto a su familia no se sabe mucho, y eso que la vieja Flora sabe mucho de todos, aunque de la familia de Núñez sólo cuenta que se fueron, tanto la hija como la esposa, un día desaparecieron. Pero para José esto eran cosas ajenas, él nunca se enteró de la vida de los otros, o si lo hacía no sabíamos, no le importaba las bromas de Núñez, ni sabía que las hacía, él sólo caminaba a la misma hora hacia el colegio. Y así fue durante toda su vida, de lunes a viernes hasta que llegó su quinto año y acabó, dice la vieja Flora que la verdulera del mercado había escuchado que la madre de José le había dicho al carnicero o al pollero, no se supo quien exactamente, que José había entrado a la una buena universidad, nada menos que a la Católica, vaya orgullo para el gran José, chico retraído, de casi nada de hablar, rutinario al 100 % y que se quedaba en casa todos los fines de semana, de sábado y domingo, nadie, pero nadie, excepto su familia imagino, sabía que hacía tanto ahí metido en su casa, aunque por lo de la Católica, me imagino que estudiar supongo, toda una vida estudiando. Pero ahora se rompería la rutina, ya no habrían chistes del viejo Núñez, no habría muchacho que pase por las calles anunciando a la gente la hora que es, porque hay que reconocer que para lo que servía este muchachito, llamado por el común de la gente “José el de la hora”, es que eso era, el nombre que le habían puesto, pues servía para que dé la hora. La joven y rubilinda Ana siempre veía desde su ventana en el segundo piso el pasar de José y ya sabía que a esa hora tenía que acabar de tomar el desayuno y salir a tomar el carro para el trabajo, pero no puedo seguir contando esto sin mencionar lo del trabajo de la rubilinda Ana. Debo decir que esto también lo sé por parte de la vieja Flora, pero si esa vieja de todo sabe, y es que el trabajo de la rubilinda Ana pues es ni menos de prostituta, pero es que la rubilinda Ana se merecía mucha plata y mas, estaba tan buena, y no lo digo sólo yo, en la pichangas de los sábados y domingos no hay vez en la cual alguien no la mencione, pero si es la mas hermosa del barrio, que nunca encontraremos a otra como ella decían, y bueno, es cierto, que pagarían lo que sea por estar con ella, para decir verdades, hasta yo pagaría, pero no tengo plata al momento y aunque la tenga no podría, pues la rubilinda Ana, que también debo decir por parte de la vieja Flora que no es rubia de nacimiento sino teñida, no se acuesta con gente de por acá, no pues, no acepta, ni por todo el oro del mundo dice, pero creo que por unos 200 soles si lo haría pero hasta ahora nadie se lo ha propuesto, y por lo tanto nadie de por aquí ha probado sus carnes y al parecer nadie lo hará. Y es junto este momento en que la vida de estas dos personas, de cierta forma extraños, se juntaran o algo así. Antes de contar lo que sucedió, debo decir que por supuesto, la principal fuente de información fue la vieja Flora, que en estos momentos de este relato ya debo admitir que es mi abuela y que por eso estoy muy sabido de chismes, y hay también otras fuentes, de las cuales están los amigos de las pichangas de sábados y domingos, el viejo Núñez, sí, renegón y todo, un día me lo encontré y me contó todo lo que sabía, y para terminar, mi última fuente de importancia fui yo mismo, lo que vi, lo que sentí y algunas cosas más, pero para no ser injustos, también otras personas me dieron datos, los mencionaré rápidamente: El chino de la esquina del frente, la pequeña María de tan solo 8 años que vive al costado de mi casa, la verdulera, carnicero y pollera del mercado, tuve que hablar con ellos para constatar ciertos datos, después están el señor del bazar, creo que se apellida Lozada, las chicas del colegio de José, me hice amigo de ellas y abrieron la boca rapidito, Juan, el mejor amigo de José, y finalmente Fernanda, Helga y María, todas amigas de oficio de Ana, también diré que entre charla y charla gocé de ciertos favores y placeres especiales y lo mejor que fue con las tres al mismo tiempo, pero esa ya es otra historia que tal vez otro día contaré. Y con estas tres acabé el recuento de fuentes, ahora solo me dedicaré a contar la historia, sin referencias ni nada, de la forma mas breve y compacta, ahí va:

Ya estás grande

Y entonces las cosas salieron mejor de lo que esperabas. Ahora terminas con él, regresas, serás feliz durante tres meses y quién sabe lo que vaya a pasar cuando vuelvas por esas tierras tan lejanas.
¿Te acuerdas cuando estabas por irte? Estabas demasiado nerviosa, pnesabas a cada segundo en como ibas a extrañar todo esto: que mejor no voy, que voy a estar sola, que si me pasa algo malo, que la comida de acá, la de allá, la del otro lado, que esa chica me cae mal, que está en mi cuarto, y tantas cosas más.
Tanto han cambiado las cosas, ahora ya no eres esa chica insegura que pensaba que no hacía nada bien, ahora ya eres "grande" como dirían algunos, ahora ya tomas tus propias decisones, ya no haces berrinches por cositas, ya puedes caminar sola sin temor a pequeñeces, ahora ya eres una mujer y no la niña miedosa que se fue de acá hace como un año.
Y entonces, entonces, entonces qué te digo ahora. El tiempo ha pasado de manera tan apurada, tantas cosas han cambiado acá, pero para ti todo será más diferente aún. Tal vez las calles te resulten un poco extrañas, algún anuncio de televisión, los precios de las cosas, la imagen de alguien conocido. Son tantas cosas que pueden pasar en un año, tantas cosas que pueden ser nada al fin de cuentas, sentimientos que se fueron y ahora supuestamente regresarán... pero ya no deberían: "un año mitiga todo esfuerzo, toda idea, todo deseo". Eso le dije siempre a mi amigo, pero él te recuerda con tanto afán y cariño y aunque me diga que no le importa, que no te quiere, que no te desea, yo sé que lo más profundo de él se sigue muriendo por ti.
De la misma manera que te lo dijo cuando te fuiste, con una triste carta, con unas tímidas letras porque no te lo podía decir cara a cara. Con eso, con eso te lo dijo y sería capaz de decírtelo ahora, pero tal vez no se atreva y el último día que estés acá, justo antes de que partas él te dirá: "te amo, te quiero, no te vayas, o mejor vete, pero no vuelvas, nunca más, o mejor ven a mi lado, o yo voy contigo, hasta el fin del mundo, porque mi amor es más grande que las distancias, porque nuestro destino está junto..." y usará palabras tan grandes y fuertes que me suenan tanto a telenovela, pero esto ya parece una telenovela irrealizable porque a fin de cuentas, él nunca te dirá nada y tú te irás, tranquila, en búsqueda de lo que dejasta allá.
Y mientras tanto, en este lado del mundo, el pobre llorará desconsaldamente, sufrirá pensando en lo que quizo, pero no dijo, por lo que se muere, pero que dejó ir. Y entonces el buen tiempo hará su trabajo inútil de llevarlo con otras ideas, otras chicas a la cuales tampoco logrará decir nada, y entonces, sí, entonces finalmente se dará cuenta que tú fuiste el amor de su vida, pero ya estarás lejos para él, como siempre lejos...

Año nuevo

Se siente como un dolor por dentro, algo fuerte que quiere salir de tu pecho. Es una presión extraña, sí, extraña, así como te extraño, es el dolor por extrañarte, por querer estar contigo.
Es la duda, la pena, ese sentimiento extraño y triste que nacía en mí. Quería llorar un poco, algunas lágrimas empezaban a brotar, pensé en explotar y ese dolor interno crecía, inmenso, entonces…
Dormí, dormí durante tanto tiempo. Dormir es la mejor forma de esperar algo que quieres que ocurra cuanto antes y así me levanté estando pronto a tu regreso y ahora a sólo minutos un cosquilleo me rodea, no me deja en paz, necesito verte ya y esos nervios tal vez me hacen más tonto al hablarte. No aguanto, faltan pocos minutos y ya no puedo dormir más…

Te vas

Caminas tranquilo, lento, a paso calmado, no sientes apuro alguno, salió el sol pero igual hace frío, el clima siempre ha sido muy inestable y eso te incomodaba antes, pero ahora ya no te interesa, tu pasividad es innegable.
Ha pasado bastante tiempo desde que comenzaste a caminar, el día empieza a oscurecer un poco más, el sol se va, se vuelve todo más plomo, más gris, tal vez comience a llover, tal vez no. Sigues, paso, camino, paso, camino, la ves, dime tú si ahora la ves. No, no la ves, sólo fue una idea, llegas a Larco, el malecón, un mar de gente, y ahora dime nuevamente si la ves, de casualidad la puedes ver, no, no puedes verla aunque intentes.
Te sientas en una banca, estás exhausto, el brillo del sol se fue por completo, ahora todo es gris, caen gotitas chiquitas que te hacen despertar poquito a poquito de tu letargo. Piensas en todo lo que has caminado, en lo que viniste a hacer, en que lo que no hiciste y en lo que será de ti. Piensas mucho, caminas mucho, sientes mucho, frío.
A tu alrededor se mueven todos, sonrientes, malhumorados, tranquilos, calientes, sobrado, mirados, desquiciados y demás cosas. No te interesa, no sabes qué haces ahí.
Ahora la puedes ver, sabes que está cerca a ti, allí, en el borde, observando el mar, el triste mar que se viene y se aleja, allá en el fondo, en ese doblez de colores plomos medio azulados que es la combinación del cielo y el mar. Allí tal vez miraba ella, allí quería ir, siempre te dijo que su sueño era viajar, muy lejos, a donde la lleve el destino, sin rumbo definido, y ahora lo mira, mira ese punto sin fin.
Te acercas, vas junto a ella, la miras por atrás, sus cabellos, la volteas, le ves la cara, sigue igual de hermosa que siempre, ahora la ves, dime tú, ahora sí la ves, es obvio, está frente a tus ojos, presente, la tocas, es carne, es piel, es vida, felicidad, ahí está ella.
No se dicen palabra alguna, se miran, la quieres besar, como mínimo la quieres besar, por razones incomprensibles caminaste ahí y la encontraste, sabrá Dios cómo hace sus cosas, pero la encontraste.
Ahora ella viaja en búsqueda de su mar, se arremolina con el viento, te jala a ti de los labios, de los sueños, de la imaginación que te llevó a todas partes, a caminar tranquilo, sin inmutarse, ahora eres de ella, ahora la besas, ahora es tuyo, pero tú ya no eres de nadie, porque mueres, vas y no vuelves, ni volverás porque no estuviste acá, desde hace mucho tiempo, y te vas, te fuiste, sin ella, porque ella ya no estaba ahí.

A fin de cuentas...

La tenue luz que sale de las velas, el olor a sudor, el frío de la arena, el cuarto de esteras, el invierno que se mete a los huesos, tiritando, sufriendo, con dolores de espalda, de cabeza, sin poder ir a comprar ni siquiera una pastilla. Las ropas raídas, los zapatos con huecos, sus lágrimas secas, su cara desencajada, su cuerpo magullado, las manos llenas de callos, ojos tristes, como pidiendo perdón, la boca ajada, pálido, más viejo, más olvidado, más solo.
Ahora trata de dormir, de olvidarse de sus problemas, mañana no tiene para comer, hoy no comió, no tomó, no hizo nada. Se le pasó todo el día echado en esa cama, no porque así lo quisiera, sino porque no tenía fuerzas. Mañana tampoco las tendrá, pasado menos, y así seguirá hasta que muera o alguien venga a verlo.
Esto ya le ha pasado antes, hace 3 meses estuvo casi en la misma situación, se la pasó 3 días en ese estado calamitoso, al cuarto día sentía que iba a morir, dolor generalizado en todo el cuerpo, le explotaba la cabeza, deshidratado, imagino que debió de haber estado a punto de morir. Y a fin de cuentas… nada.

VII

Caminar solo, con mucha gente alrededor, mirando el suelo, con una garúa que nunca para, con las gotas que se escurren por tu cara, como si fueran lágrimas, hasta parece que estuvieras llorando, sufriendo. Con este cielo plomo de invierno, con ese dolor en el pecho que no tienes forma de quitártelo. No sabes qué hacer, si irte a tu casa, si seguir ahí mirando, si alguien te observa o si nadie se da cuenta de tu presencia. Porque ni siquiera te atreves a levantar la cabeza a ver qué sucede a tu alrededor, simplemente lloras, sufres y ese cielo gris de fondo.

VI

Brotaban luces moradas a su alrededor, no sabía si soñaba. Cuando despertó consumió todo el tiempo. Entonces comió “rosas verdad”. Ese nombre tenía cuando el ser que se las vendió se suicidó por razones que no se saben. Y entonces las luces moradas se hicieron azules. No le importó, abrió su cabeza y de esta salió otro hombre parecido a él, parecido a mí, era yo, se parecía. Ahora lo veo, está ahí, estoy ahí, pero ella no está, y el yo de acá –simple escritor- no puede hacer nada.

V

Las figuras eran algo difusas, tal vez hermosas, o tal vez horribles. Conforme se acercaban iban aclarando su belleza. Al estar ya a mi costado era obvio que no había forma de no mirarlas, cuánto tiempo más tendría la dicha de verlas. Siguieron su rumbo, se alejaron poco a poco hasta que ya se volvieron nuevamente difusas, puntos, y dentro de poco, ya no las volveré a ver.

No sabes...

No sabes lo que se siente. Te digo esto porque tú eres una de las pocas personas en que puedo confiar. Ayer la vi besándose con otro. Acabamos hace una semana y ya está con otro. No puedo creer que sea tan descarada. Y lo hizo prácticamente frente a mí. Yo sé que ella me había visto, sabía que yo estaba ahí. Pero a pesar de eso también puedo decirte que no lo besó solamente porque yo estaba ahí, lo besó porque ya tienen algo más, no por despecho, sino porque se quieren, se aman. En sus ojos había algo que nunca hubo cuando estaba conmigo. Y tú, tan lejana ahora, supieras como te extraño, ahorita deberás estar estudiando, así como acá, serás la chancona de tu clase. Lo sé, sé que nuevamente estoy hablando de ti, más no puedo evitarlo, comencé esto para quejarme de ella, pero todo es por ti, te hablo de ella porque necesito una excusa para escribirte, porque lo que sí estoy seguro que no sabes es como espero una respuesta tuya, como abro mi cuenta de mail a cada hora para ver si respondiste. Nunca, ya nunca respondes, antes lo hacías casi a diario, después fue semanal, mensual, ahora nunca, y lo peor de todo es que sigo pensando en ti, e invento historias y personajes en cada mail que te mando para que creas que tengo una vida que transcurre normalmente sin ti, de forma que pienses que tú eres solamente una amistad lejana que da consejos. Pero yo solo me descubro, no aguanto y en cada mail que te escribo lo confieso, seguiré pensando en ti, aún cuando ya no me respondas, o hasta te hayas ido del país por mi culpa, por mis celos infernales, es que te amaba tanto y no me aguanté esa vez en que te toqué de mas. Si tan sólo supieras quien soy, si supieras que no soy un miserable loco que te mandas mails a diario. Porqué tuve que tocarte, sin antes siquiera conocerte…

Neblina

La habitación estaba llena de un humo espeso, el olor a la hierba quemada, licor y cigarro. Tal vez no se podía ni ver, o tal vez sólo ellos no podían ver. Gritaban, desde cuadras afuera se les escuchaba: las chicas chillaban, los hombres mugían; entonces una decidió descansar en el sillón, otra se echó sobre ella, comenzaron a besarse, después se comenzaron a quitar la ropa, poco a poco, un hombre las miraba atentamente. Finalmente la tercera y última chica se lanzó alrededor de las otras dos, se acabaron de desnudar mutuamente, y un segundo hombre seguía fumando.
Un humo denso y de extraño color verde se avizoraba en uno de los departamentos de los edificios más altos de Lima. Un humo que crecía y crecía, comenzó como un hilo y continuó hasta ser una masa gigante y deforme.
Dice que fueron los policías y bomberos a ver qué sucedía en el interior del departamento. Tocaron insistentemente, nadie respondió. Rompieron la puerta y hasta eso, el humo verde se extendía ya casi por todo Miraflores, hacia el malecón, dominaba una pequeña parte del mar.
Los policías y bomberos que entraron en ese instante al departamento no fueron hallados hasta muchas semanas después. No se supo que encontraron al romper la puerta, pero ese humo verde inundó completamente cada centímetro del edificio: muchas personas que habitaban el edificio también desaparecieron.
Ya para esto, el humo ya poblaba todo Miraflores, Barranco y parte de San Miguel, y también una grande porción de mar. La alarma corrió entre las personas que estaban por esa zona. La visibilidad disminuía, ocurrieron muchos accidentes en ese momento.
Las mujeres siguieron teniendo sexo entre ellas solas. Uno miraba, el otro fumaba.
El humo verde llegó a su máxima fuerza, no se lograba ver absolutamente nada, todo era como avanzar a ciegas. Se escuchaban las sirenas, las alarmas, los policías, los gritos desesperados. La gente corría queriendo llegar a sus casas, se daban más choques, accidentes. Y el humo que no pasaba… Conforme iban pasaban los días iban apareciendo más y más cuerpos en la playa. El mar los iba trayendo de aguas lejanas, nadie se explicaba cómo habían podido llegar hasta allá. Estuvieron en esa orgía hasta el amanecer del siguiente día.
Y entonces, llegó a su cuarto y apagando su hierba vio por su ventana como una extraña neblina verde iba desapareciendo.

IV

Le salían manzanas de la boca, le brotaban de manera incesante, no podía pronunciar palabra, si había una pequeña abertura entre sus labios, por ahí se colaba una manzana.
La chica bonita de rojo venía a socorrerlo, y entonces la lluvia paró, y los pasos cesaron, la chica se fue: nunca más volvió a sentir alguna manzana rondando en su boca nuevamente.

III

El sonido de la lluvia le martillaba la cabeza, parecían pasos que venían a ahogarlo. La luz del sol arreciaba, desde su cuarto atisbaba un largo arcoíris, comenzó a ver elefantes morados que caminaban alrededor de este, un hombre azul que lo observaba: se asustó, se metió en su cama, y de repente vio como sus sábanas tomaban la forma de mujercitas doradas. La luz se volvió tenue, se apagaron las mujercitas y todo volvió a la realidad,
Aunque cuando asomó por la ventana, vio una gran sombra que desaparecía, la lluvia ya no lo dejaba ver bien, tal vez para la próxima.

II

Y cuando se levantó, ella ya no estaba, se había quedado solo en ese pequeño cuarto; esa rubia de la fiesta del día anterior se volvería en un raro recuerdo, en la única vez que le ligó una de ese tipo, esas que tanto le gustaban, esas blanquitas delgaditas, de cara finita y pelo entre castaño y rubio. Le entró de nuevo esa depresión que se le metía entre los huesos y le carcomía los sesos cada vez que veía a una de esas. Encontró una nota con su letra entre sus cosas: “sigo durmiendo con ella…”. Escribió lo que faltaba: “aún la veo, su cuerpo dorado, bajo la sábana, su figura estrecha, tan fina y voluptuosa”.
Sonó la puerta, un grito, hombres de blanco ingresando, todavía seguía durmiendo con ella.

I

“Qué es la vida, un frenesí, qué es la vida, una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son” se repetía y repetía, una y otra vez, como un martillo, con dolor, sin detenerse, sin saber exactamente porque, simplemente se repetía y punto.

7/14

Decían que lo vieron bailando por barranco, otros me dijeron que se había ido a Miraflores, el chino de la esquina me dijo que le habían dicho que se había quedado en su casa. Mi tío me dijo que lo vio caminando por el malecón, que estaba solo, con una lata en la mano. Finalmente me dijeron que no lo habían visto en ninguna parte. Yo no sé a cuál de ellos creerle, de él ya no se sabe nada. No se le ve con frecuencia, dicen que se metió a la armada y que ahí vive ahora, o que concluyó sus estudios de ingeniería en la católica y que se fue a otro país a trabajar. Pero también están los otros comentarios que cuentan que jaló tres veces un curso, que lo botaron y tuvo que buscar trabajo, y que por vergüenza ya no se hace ver. Mi hermano ha escuchado otras cosas: que tuvo una enamorada, que la embarazó y que se fue a vivir a su casa, aunque de esto último también oí otras variantes: que tuvo que abortar el hijo, pero que como no tenía plata tuvo que vender algunas cosas de su casa, al final la chica abortó pero a él le quedó la culpa. E incluso de esto mi mamá me dijo algo diferente: que si bien trató de abortar, esto no salió del todo bien, la chica tuvo unos problemas con la operación y murió o al menos estuvo cerca; la cuestión es que nadie sabe si ella está viva o no, pero que del niño sí se libraron, pero la familia de ella lo tiene loco a él: que le pide dinero, que necesitan gastos para el sepelio, que ella tiene una cita con el doctor, que tienen que pagar al cementerio, que para una medicina, y las flores, para otra consulta con el médico especialista, y el ataúd y muchas cosas más de las cuales mi mamá me había contado. Pero yo no creo mucho de esto, yo siempre lo vi a él como un chico tímido, algo retraído, que difícilmente sea capaz de tomar la decisión de hacer abortar a alguien, es más, difícilmente haya podido tirar con alguna chica, claro menos que sea puta, pero si fuera puta él ya no tendría nada que ver si ella tiene un hijo o no, aunque conociéndolo, él sería capaz de haber aceptado a ese niño como suyo, pero para después tomar la decisión de abortarlo: lo dudo, no creo que haya sido así. Sé o al menos creo que él nunca tuvo una vida muy bohemia, por lo que los presupuestos del inicio de que lo vieron por alguna fiesta tampoco yo creo que sean verdad. Su vida fue algo tormentosa, nunca tuvo muchos amigos, su trato con las chicas fue mínimo, casi nunca hablaba con ellas, y tampoco con hombres, era más que todo solitario, algo disminuido porque nunca tuvo plata, siempre con la mirada baja, los hombros caídos: de lejos lo veía caminar con su mochila al hombro y su mirada triste; pocas veces lo vi o escuche reír, imagino que casi nunca lo haría, no debería haber tenido razones para hacerlo.
Ya estamos abril y ya desde hace algo más de dos meses que personalmente no lo veo, lo extraño porque, a pesar de que sólo lo saludaba y que nunca tuvimos una conversación, siempre lo vi como un amigo, alguien que tal vez se parezca en algo a mí. Esa última vez que lo vi fue en el día de san Valentín: había una fiesta por acá cerca, yo llegué tarde y justo en la entrada lo vi indeciso, imagino que no sabía si entrar o no, al verme me saludó y me hizo espacio para entrar. Dentro de la fiesta no recuerdo haberlo visto nuevamente, eso fue todo lo que supe de él.
Ahora ya todo son divagaciones sobre él, al igual que yo, todos están seguros que él último día que lo vieron fue aquel, que estuvo caminando cerca a la fiesta hasta que desapareció, que al rato se le volvió a ver, pero que esta vez se iba caminando con dirección al malecón: de todo esto sí estoy seguro. Ya pasarán algunas semanas más y la gente ya no tendrá ni ganas de hacer supuestos de su vida, pero yo trataré de no olvidarlo. Y ahora hilando ideas: de su caminata al malecón, de que mi tío lo vio con una lata en la mano, tal vez ese haya sido él. Caminaré alguno de estos días por ahí, aunque yo sepa que yo mismo no me podré encontrar: frente a la playa, con mi lata en la mano, o en Miraflores, o en Barranco, o con una puta, o en un velorio, todo el tiempo esperando a que me vean y a la vez no, tratando de no ser olvidado, "queriendo ser y no ser": como alguna vez alguien escribió: quién lo escribió, no lo sé, ahora ya no suelo leer mucho.

lunes, marzo 28, 2011

2/14

De la tierra, en el fondo, mascando la arenilla que levantaban todos los zapatos moviéndose a la vez, hasta ahí llegaba, hasta donde tu estabas. Pero, ¿qué hacías tu ahí?, siempre fuiste retraído, pero nunca tanto. Con un vaso de cerveza mirabas como se contorneaban ellas, y así solías llamarlas: “perras”. Sí, tenían faldas pequeñas las muy indecentes, las muy pendejitas. Hasta me dijiste que viste a una sin calzón, pero si todavía son escolares, ¡por favor! Te levantaste a duras penas, pero lo lograste, caminaste junto a la piscina, la fiesta era bonita pues, qué lugar tan elegante, si le habrá salido un ojo de la cara al viejo. Pero hay que agradecer que hiciera la fiesta, y más aún que la hija haya nacido un 14, sino, qué ibas a hacer hoy, yo tal vez hubiera salido con una amiga, pero tú, dónde, te hubieras quedado en tu cama durmiendo, mirando la televisión o pensando en alguna chica la cual nunca le vas a hablar. No lo sé, pero agradece que estemos aquí, ya no tomes tanto. Manchado de polvo y todo seguiste caminando hacia donde había más cerveza, tú no te cansabas ¿no? Te serviste un vaso más, otro, otro, ahí parado, tú solo, no te importaba, sólo querías ir a tirarte al suelo como hace un rato para ver las piernas de las niñas. Claro, como no tienes a quien mirarle las piernas, pobres niñas. Pero regresaste, casi nadie se percató que estabas echado en el piso, por esas piernas, y me llamaste, me dijiste que me echara junto a ti y que la mirara a ella. Sí, a ella, a esa que su falda era tan corta, mírala bien, ahora que baila, ahora que se mueve, ahora que se agacha, se bambolea, ¡ya!, la viste, no tiene calzón pues, la muy zorra, la muy pendejita, está en el colegio aún, pero de pendeja nadie le gana. Me levanté, te miré y me diste pena en verdad, no debías estar haciendo eso, eras tan solitario que eso tenías que hacer, anda baila, anda conversa, no seas tímido. ¡No! me dijiste, me convenciste que así estabas bien, que te aburrías con los otros y que te quedarías viendo a la pendejita sin calzón y a las otras que sí tienen calzón pero que ya casi no tienen falda. Me fui, me alejé, me diste miedo y no estaba equivocado, eras libre de hacer lo que quieras. Pasaron minutos o tal vez horas, te vi de rato en rato que regresabas sólo para tomar algunas copas mas, me diste más miedo aún, sabía que te ponías algo raro cuando tomabas mucho, ya éramos grandes para estar en un quinceañero y el temor por tus reacciones, pero ya estaba cansado de cuidarte. Y llegó la reacción, la peor de todas, sé que ya no te aguantabas, todas esas escolares te volvían loco, con esos vestidos que ya casi no tapaban nada, hasta una no tenía calzón pues, estabas mal y te decidiste a buscar a la sin calzón. Te vi parado a su costado mirándole la cara, era bonita la muy zorrita, la esperabas, tú tímido, pero te atreviste, la sacaste a bailar, y para suerte tuya ella aceptó, no sé las razones y no importan. Te vi bailando, eras el ser más feliz de esa fiesta, te brillaban los ojos. Bailaron una, otra, una más, pero no te aguantaste, eran demasiados años de represión para ti, esa era tu oportunidad y sin mediar mas actos te agachaste, le levantaste el vestido y le plantaste tus manos, ahí, donde no debías, donde sabías que no tenía ropa. Todos miraron, te miraron, la miraron a ella, tú la miraste y en verdad fue lo último que viste también. Ella gritó, vinieron sus amigos, te empujaron, te golpearon, no te podías defender, eran muchos, nadie te ayudó, yo tampoco.
Era 15 de Febrero, el sol empezaba a salir tímidamente y tú, aún mojado y adolorido, permanecías tirado a las afueras del club, yo te trataba de jalar, estábamos en búsqueda de un taxi y nadie más me quería ayudar.

viernes, marzo 25, 2011

1/14




Hace calor. Un 14 de Febrero Marco caminaba por los arenales de Villa el Salvador con ramo de flores en mano, era la 1 de la tarde exactamente, el sol arreciaba más fuerte que nunca, las arenas quemaban y sus pies aquejaban dolorosas ampollas de forma que cada paso que daba era un suplicio. Pero en ese momento no existía dolor alguno que lo pueda detener, era 14 y no habría otro igual hasta dentro de un año mas, tenía que decírselo ese día, tenía que hablarle que ella era el amor de su vida, que sin ella no era nada. Él, un ayudante de vendedor de pescados del mercado, la amaba. Con sus 26 años encima y con el fondo tierra y gris de la arena y el mar caminó Marco durante casi una hora, llegó a la casa, llegó a la puerta, tocó, tocó, tocó y tocó una vez mas, esperó unos minutos y su corazón estaba a mil por hora, ya estallaba, ya chillaba. Pasaron cinco minutos y volvió a tocar una vez mas, mientras tanto la sonrisa se le comenzaba a borrar, los nervios hacían temblar sus piernas, el sudor inagotable que le salía de la frente y las manos, todo eso combinado con el abrazador sol convergía en Marco un despojo humano. Y es entonces que fue mejor que ella nunca abriera, fue mejor que justo en ese momento haya ido a comprar, que se haya encontrado con otro, que Marco no haya visto nada, y que simplemente, con la sonrisa totalmente perdida, se dejara quemar por el sol.
Marco caminó de regreso por las arenas de Villa, ya era hora de almuerzo y su ramo de flores se incineraba. Llegó a casa exhausto, con los pies quemados y con arena en la boca, moría de hambre, se preparó una sopa de pescado y se dio cuenta que eran casi las 3 de la tarde, el día ya había acabado para él. Ese 14 había sido nefasto como tantos otros, como siempre, o es decir, como una noche en que soñó que ella existía, que llegaba a su puerta, que tocaba y que le abría. Soñó que después de cruzar miradas, ella se sintió enamorada, que se abalanzó hacia él y entre ambos tornaron un dulce beso. El primer beso de Marco, lo soñó y fuera de toda verdad si es que esa puerta existiese y si es que tan sólo se hubiera levantado y decidido caminar para decirle que amaba a esa persona que él no conocía, pero que esperaba conocer después de caminar por la arena.
Era 15 de febrero y Marco sólo cortaba más y más cabezas de pescado, eran recién las 4 de la mañana, pero tenía que dejar todo listo para la gente que comenzaba a llegar al mercado. En uno de esos pescado, rompió su cabeza, la estrelló al suelo, reventó sus ojos y finalmente con un machete cortó todo rastro de existencia… rodaron hilos de sangre que se combinaban con el agua sucia y salada del mercado.

jueves, octubre 22, 2009

BLANCO

Quitando toda alusión literaria que tiene esta palabra, he borrado nuevamente todo, de forma que todo quede vacío "en blanco". Vacío, acorde como se ha vuelto mi producción (si es que esta aún existe). Sin mas, miremos el blanco, es lindo, tan significativo, con tantas acepciones posibles, y a la vez tan diabólico, tan contundente, tal vez ominoso, como una ola que rompe sobre mis letras y las hace naufragar, en menos de 5 segundos: lo borró todo, para que siga instaurado su reino de blancura y ninguna miserable letra mía pueda sobrevivir.