martes, mayo 17, 2011

II

Y cuando se levantó, ella ya no estaba, se había quedado solo en ese pequeño cuarto; esa rubia de la fiesta del día anterior se volvería en un raro recuerdo, en la única vez que le ligó una de ese tipo, esas que tanto le gustaban, esas blanquitas delgaditas, de cara finita y pelo entre castaño y rubio. Le entró de nuevo esa depresión que se le metía entre los huesos y le carcomía los sesos cada vez que veía a una de esas. Encontró una nota con su letra entre sus cosas: “sigo durmiendo con ella…”. Escribió lo que faltaba: “aún la veo, su cuerpo dorado, bajo la sábana, su figura estrecha, tan fina y voluptuosa”.
Sonó la puerta, un grito, hombres de blanco ingresando, todavía seguía durmiendo con ella.

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